A ti maestro(a), y yo maestro entre muchos, no por haberlo escogido, pero si por vocación, muy temprano encaminé mis pasos de la mano del liderazgo y el activismo incipiente de la adolescencia, se fueron orientando hacia el campo más noble y fundamental de todos. “La educación formal”, por reconocer que también se educa desde la informalidad.
Para mal o para bien, la cultura en la vivimos y de la cual no siempre somos parte por ser movimiento contracultural en esencia, educa, muchas veces sin métodos pedagógicos, ni didácticas definidas, pero educa.
Maestro que llevas en el corazón el deseo ardiente de transformar el mundo, trascendiendo al tecnicismo pragmático de la didáctica instrumental, para hacerlo cada vez mejor, cada vez más sabio, más prudente y más humano nunca habrá palabras suficientes para reconocer tu noble labor de formar personas para el presente y para el futuro,
Doblas tu espalda cada día para llegar a los más pequeños y tu cuerpo todo, anuncia tu cotidianidad.
Pero estoy seguro que tu recompensa ya vive contigo, por eso sé que no esperas mucho más de lo que has recibido, pues tu vida misma ya es recompensa suficiente.
Generación tras generación, inclinan su cabeza con gratitud ante ti, pues eres símbolo universal de la cultura y la humanidad.
Aunque sabemos bien que no trabajamos por reconocimientos o recompensa, nunca sobra una palabra de gratitud, que expresa que se entiende lo vital de tu labor.
Nunca serán suficientes las palabras para agradecer no solo lo que haces sino sobre todo lo que has escogido SER